Culpables de mis logros

Declaro culpables de mis logros a mis profesores. Porque hay personas que  nos configuran y, en mi caso, un porcentaje importante de esas personas fueron ellos. Tuve el privilegio de ir a uno de esos colegios donde te llaman por tu nombre. Fui alumna de gente que se interesó en todos mis tiempos: pasado, presente y futuro.

Usualmente la gente me pregunta quién me enseñó a escribir. Y entonces mi memoria viaja a aquel hogar de ladrillos en el que no sólo me explicaron cómo sonaba cada letra del abecedario, sino que además me dieron permiso para pensar. Estoy convencida de que la formación que me dieron en mi colegio, es un pilar fundamental de lo que hago. 

En términos académicos no fui una alumna ejemplar. Ni la más aplicada, ni la más responsable, ni la más participativa. Mi desempeño en cada clase variaba dependiendo de mi interés en el tema, mi humor, mi habilidad para la materia… en fin. El asunto aquí es que el agradecimiento que siento hacia mis maestros no se limita a los términos académicos. Porque la educación es más que teoría y ellos lo entendieron.

A mí me formó como persona que mi profesor de Matemáticas reconociera el esfuerzo y a la hora de evaluar tomara en cuenta los ejercicios que resolvíamos para estudiar. Porque entendí que el esfuerzo vale.

A mí me formó como persona ver a mi profesor de Deportes atendiendo con una sonrisa a cada una de las personas que llegaba a pedirle cremita para los golpes. Porque entendí que hay maneras de ser congruentes cuando decimos que alguien nos importa.  

A mí me formó como persona que mi profesora de Geografía se empeñara en hacer proyectos entre todos. Porque entendí que el trabajo en equipo es una experiencia enriquecedora.

A mí me formó como persona que el director de mi colegio dedicara un momento de cada lunes a decirnos algo.  Porque entendí que hablarle a la gente es reconocerla y darle un lugar. 

A mí me formó como persona que mi profesora de Historia del Arte organizara exposiciones para las que tuve que adaptar mis capacidades a los objetivos. Porque entendí que crear es crecer.

A mí me formó como persona que mi profesor de Pensamiento Político explicara tantas veces como fuera necesario lo mismo. Porque entendí que las dudas siempre importan.

A mí me formó como persona recibir cada viernes el abrazo de mi profesor de biología, porque supe que le importaba si había llegado cansada, triste, preocupada o sonriente. Porque entendí que la buena educación, incluso cuando se enseña ciencia, es humanista.

Todavía me sorprende que en mi colegio los profesores excepcionales no fueron la excepción. Todos los que aquí menciono y muchos más decidieron dedicar sus vidas a las nuestras. Y eso amerita reconocimiento reiterado y memoria perpetua.

Lo digo porque a veces lo olvidamos y asumimos el crédito completo de nuestros aciertos, cuando la verdad es que nuestra historia y quienes la habitan, son factores determinantes de lo que hacemos. En distintas medidas y maneras, las personas que nos forman son parte de nuestros éxitos.

Creo que lo mínimo que puedo hacer por reciprocidad para con todas estas personas, es decirles que mucho de lo que soy es por ellos. Y hacerlo públicamente, para que la gente que reconoce lo que yo hago pueda reconocer también lo que ellos hicieron antes para que fuera posible.

Para que yo eligiera mi carrera fue crucial el paso de una persona por mi vida:

Mi profesor de filosofía es, en gran medida y de la mejor manera, corresponsable de mis logros. Y yo hoy, a un año de terminar la licenciatura en su materia, no puedo más que darle las gracias.

Gracias por hacer que me vistiera de griega con una sábana y saliera con mis compañeros a tomar la clase por los pasillos sintiéndome ridícula. Desde entonces supe  que algunos me tildarían de loca y no pasaría nada.

Gracias por construir espacios de diálogo en los que las palabras eran valoradas en su justa medida. Eso hizo que me diera cuenta de la importancia del criterio. 

Gracias por hacerme cuestionar mis ideas, mis gustos, mis convicciones, mis opiniones, mis argumentos y mi vida. Porque comprendí que esta carrera para no era sólo deseable sino también necesaria.

Gracias por darme herramientas para pensar en lugar de imponerme formas de pensar. Eso me expandió los horizontes. 

Pero, sobre todo, gracias por enseñarme a construir motivos para creer en mí.

Valeria Farrés

4 Comments

  1. Valeria te felicito por tu escrito,es conmovedor y esperanzador especialmente en estos momentos que vivimos en Venezuela,dónde lo raro es que tengamos buenas noticias.Convivir en una «Institución»donde el amor y el respeto mutuo son sentidos cotidianamente es un privilegio.
    Te quiero mucho

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