Cuando uso escote

La música suena, todo vibra, hay luces bailando y huele a sudor. Un hombre está parado frente a mi. Le sonrío porque es lo que hago cuando encuentro miradas. Levanta su vaso de shot y me lanza tequila en el escote. Luego se ríe.

Cierro los ojos y vuelvo a ser niña: estoy en la pared de escalar del colegio. Siento que alguien me jala como si me quisiera tumbar. Al voltear, veo a un compañero que dice “mira esto Valeria” y levanta mi falda. No hago nada. Soy una de esas alumnas que no se meten en problemas.

Es tarde y estoy en pijama.  Aparece papá en la puerta de mi cuarto para  darme las buenas noches. Yo susurro “Hoy un niño en el colegio me levantó la falda”. Aprieta la mandíbula, se pone muy rojo y dice: “Si un hombre intenta hacerte algo, lo agarras a golpes”.

Pasan los días y vuelvo a escalar. Siento el jalón. “Mira est”… no lo dejo terminar de hablar. Salto de la pared y caigo sobre él. Un golpe en la cara, dos en el brazo, tres en la espalda. Nunca más volvió a pasar.

Abro los ojos en el antro. Su mirada está clavada en mi pecho empapado. Cuento los años que me separan del recuerdo: son más de diez. “Si un hombre intenta hacerte algo, lo agarras a golpes”. Aprieto los puños porque lo quiero matar. Intercede la razón y me hace ver que el imbécil tiene a un guardaespaldas detrás. Me volteo y me voy.

Todavía no me lo perdono. A veces me gustaría poner la dignidad por encima de la vida. Mi nombre es Valeria Farrés. Y quiero decirte que cuando uso escote, no te estoy pidiendo que me violes.

Valeria Farrés

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