Contigo no se navega… se navega en ti. Me invitas a eso que llamas aventura, y yo tragedia. Quieres irte a vivir al horizonte mientras yo me aferro a la orilla. Es la arena en mis pies, que me da la certeza de que seré enterrado algún día en ella. Habrá una lápida con mi nombre y el olvido no será problema. En cambio allá, donde tú quieres estar, se perderá tu cuerpo y con él tu recuerdo.
Ruego que te quedes… luego te sigo. El problema de zarpar contigo, es que dejas de ser compañera y empiezas a ser camino. Camino hecho marea, camino hecho caos, camino hecho tú. Suena bien ahogarme en ti. Esperas mi esperanza, para poderme hacer desesperar. Y entonces yo estoy más vivo que nunca, aunque luego muerto para siempre.
Te gusta tenerme. Pero no te gusta que te tenga. Temes quebrarte entre mis brazos y rasgarme la piel. Es porque te sientes frágil. Haces sueños de cristal, barcos de cristal… eres de cristal. Dices que es para romperte el corazón y apuñalar al mar con un pedazo. Que es para arder en dolor y fundirte con las olas. Es para ahogarte en ti.
Sabes que quiero ser los brazos en los que te quiebras, y las manos que recogen tus pedazos. Entiendes que quiero que volvamos a la orilla y que te entierren a mi lado. Quiero decir tu nombre en voz alta sin que llores al escucharlo. Pero tú odias tus ojos secos, y dices que te ves bonita cuando lloras.
Lloras cuando te arranco de la piel las cicatrices, dejando heridas aún más grandes en el intento de hacerte sanar. Quiero navegar contigo, para callarte a besos mientras gritas de dolor cuando la sal se mezcla con tu sangre.
Intenta no quebrarte, barco de cristal.
Navegar en ti es un naufragio, una muerte buscada, un final infeliz. Y es que para felices… los muertos. Zarpamos: yo con la esperanza de hacerte fuerte, y tú con la certeza de ser la proa que enfrenta y la ola que rompe. Navegamos: yo con la esperanza de seguir vivo porque no nos dejarás morir, y tú con la certeza de que vamos a morir porque estamos vivos. Yo quiero salvarte. Tú quieres salvar al mundo de ti.
Me pediste que naufragara… eras el mar.
Valeria Farrés